Atractiva Aventura,
sobre Voraz y Melancólico,
por Cristian A. Domínguez,
Martín Wullich 09/2019.
Vorágine de emociones y generosidad física en la pieza de Toto Castiñeiras
Contar una historia trágica de amor tiene variadas maneras. En Voraz y melancólico, el ingenio del actor y director marplatense sorprende para bien. Toto Castiñeiras ha plasmado una puesta sencilla pero muy cuidada, mezcla de instrumentos musicales regionales, destreza corporal y buenas actuaciones.La rebelde hija de un comisario y el tímido séptimo hijo -ahijado presidencial- tratan de rescatar su amor de un escamoso destino. El texto de Castiñeiras es de gran belleza poética. Como una fábula, nos presenta la trama en breves capítulos titulados y proyectados sobre una tela. Ha jugado a poner en escena los pensamientos y miedos de este lobizón en un texto con la dosis justa de crudeza, desenfado e ingenuidad.
En Voraz y melancólico -como no podía ser de otra manera- se destaca la sencillez. El acento está en lo visual y sonoro. Un pequeño escenario elevado enmarca la acción. El trio actoral sube, baja y rodea. Hay ritmo constante e interés que no decae. Para ello cuenta con un elenco que es una fortuna.
Santiago García Ibáñez es un comodín artístico que canta, actúa y toca todo instrumento que llega a sus manos, realizando la impecable labor de conectar y dar marco a los dos personajes principales. Micaela Rey, de aterciopelada voz, brinda un abanico de emociones dispares.
Ignacio Torres demuestra crecimiento artístico. Con gran solidez y entrega se lo aprecia en todo momento. Pocas veces se encuentra un elenco con tan buen tono, en donde todos, plenamente, son exquisitos y están al servicio de la historia.