En un perdido pueblo rural se da el encuentro fortuito. Ella, la Rubia (Micaela Rey), y él, el Lobo, (Ignacio Torres) se conocen, y así, repentino, nace una posible historia de amor.
Con música de fondo de el Niño (Santiago García Ibañez), ellos se recorren, bailan, viven un enamoramiento que trae consigo un apetito que pareciera no saciarse con nada.
Una kermese, un extraño concurso de belleza y la luna llena son el vehículo para que ellos compartan lo que son. Lo infantil y lo inocente; lo procaz y lo salvaje, lo puro y lo impuro.
Pero ese astro en el cielo se volverá amenaza y podrá traer consigo algún tipo de desgracia.
Toto Castiñeiras supo plasmar en “Voraz y melancólico” un texto poéticamente muy bello, con la necesidad de tres actores, como los protagonistas, para que la pieza sea así de efectiva. Los cuerpos de ellos por momentos se vuelven uno, y la entrega es total.
La puesta hace entrar, y oler, esos aires campestres en el cual el espectador es sumido. El vértigo no da tregua, y quedamos inundados por esa atmósfera rural, cuidada al detalle, todo jugado en un pequeño espacio.
El mito del hombre lobo y la mujer loba en clave de absurdo y teatro físico.
Tras el estreno de “Voraz y melancólico”, Toto Castiñeiras en octubre repondrá dos de sus últimas obras “Gurisa” y “Orillera”, en Nün Teatro-Bar y en El Extranjero Teatro, respectivamente. Una excelente oportunidad para ver en un mismo período tres trabajos de este creador de reconocimiento internacional.